julio 13, 2023 la vuelta por mexico

Mónica narra viaje hacia los Estados Unidos por “La Vuelta por México” impactante

Luego de volar en avión, la protagonista de esta historia recorrió otros tramos en carro, bus, mototaxi, tráiler y a pie

Nueva York, EEUU.- Mónica, nombre ficticio, decidió llegar a los Estados y lo hizo utilizando “La Vuelta por México”, un viaje del cual asegura que salió con vida por pura casualidad. “A mí nunca me llamó la atención viajar a los Estados Unidos, a pesar de que tengo muchos familiares aquí, pero un día no sé qué demonio se me metió en la cabeza y me dije a mí misma que debía irme. Pensé, cualquiera tira un brinco y fue todo”, dijo mientras sonreía a carcajadas.

De inmediato les comentó a algunos familiares las intenciones de irse ilegal, pero mientras algunos le dijeron que era muy vieja para embarcarse en esa aventura, 50 años, otros solo le aconsejaron que si lo había pensado bien, que le diera “pa’ lante”. “Busqué los contactos de los coyotes y estos me pidieron 12 mil 500 dólares para llevarme a los Estados Unidos a través de la “Vuelta por México”. Mi único miedo era cruzar el río Bravo que me pondría en Texas. Te lo juro”, expresó.

Sin embargo, a Mónica le esperaba enfrentar retos que ponían su vida en riesgos mayores que nadar en aguas turbulentas, pero esto lo descubrió cuando no podía dar marcha atrás. “Yo volé hacia Panamá, Nicaragua, Honduras y El Salvador, pero también recorrí largo trecho en carro, en bus, en mototaxi, a pie y en tráiler. En cada uno de esos lugares a los que llegué, no tuve problemas en migración, porque pagué para eso. Yo estaba bien protegida y cuidada”, informó.

Para distinguirla, tanto a ella como al resto que andaba en la misma aventura, les ponen brazaletes y sellos en los brazos.

El “Bajón en Guatemala”

Mónica salió de República Dominicana el día tres de mayo del pasado año con destino a Panamá, donde hizo la primera escala de siete horas. Arribó a Guatemala pasada las 12:30 de la madrugada del día cuatro. Previo a su arribo a ese país, narró que se hizo fotografías de cómo iba vestida y se las envió a un contacto que la esperaría allí.

Para garantizar que no la devolvieran a República dominicana, pagó además 2,500 dólares, por el “Bajón en Guatemala”, que no es más que la garantía de que cuando llegara a ese país, no la detendrían, y así fue, no le hicieron las preguntas reglamentarias dentro del aeropuerto y salió feliz.

Contó que antes de abordar el avión en Panamá hacia Guatemala, llamó su contacto y este le dijo que no había problemas con ella, que todo estaba arreglado y listo, que solo le iban a hacer una seña cuando estuviera en migración, por lo que debía estar atenta. “Cuando llegué a migración me pasó un hombre alto por el lado y me dijo al oído que me pasara para la fila de los varones. No vi una sola mujer en esa fila, pero me metí sin titubear. Entonces el señor que me atendió ahí me miró, me sonrió y me dijo bienvenida a Guatemala y me selló mi pasaporte sin hacerme una sola pregunta. Ya ese tenía sus cuartos en los bolsillos también”, manifestó con una carcajada.

Narró que en ese momento ella no sabía para dónde iba, pero a su salida del aeropuerto la interceptó un señor y le mostró una fotografía suya. Le preguntó que si esa era ella y la montó en un vehículo. “Me llevó para una casa y ahí fue que pagué el Bajón y entonces me llevó al hotel que yo había reservado. Al otro día llegó y me llevó desayuno, pero se portó de bien conmigo en esos dos días que duré ahí. Me llamaba y me preguntaba si me sentía bien y qué me hacía falta”, contó.

La llamada del coyote

Mónica entonces recibió la llamada de su coyote y este le manifestó que estuviera lista que pasaba por ella en horas de la noche. “Pero esa gente anda disfrazados, asustados y chivos. Cuando me recogieron, me cambiaron la maleta por una mochila donde eché algunas piezas que caben. Entonces pasaron a recoger a otras cinco personas más, incluso a una madre con su niña de siete años”, explicó.

Manifestó que había policías por doquier entonces, y el compañero le decía al conductor “métele la pata, métele la pata”, o sea acelera, acelera y nunca obedecieron las señales de parada de los agentes. “Esos agentes tienen una sed de cuarto que eso es lo último. Si los muchachos se paraban, tenían que pagarles dinero para que nos dejara ir, pero ellos no estaban dispuestos a perder dinero y durante dos días vivimos la experiencia más horrenda, corriendo a altas velocidades en carreteras que parecían interminables”, dijo.

A toda velocidad de noche sin luz

Contó que una de las experiencias de las que pensó que no saldría viva, fue cuando una patrulla de la policía les hizo parar en horas de la noche y el conductor apagó las luces del vehículo y aceleró hasta el máximo para perdérseles. “Yo cerré los ojos y empecé a orar. Le rogué a Dios por mi vida sin abrir los ojos. No podía más, pero cuando nos les perdimos a los policías, el chofer bajó un poco la velocidad y prendió las luces. Ahí me volvió el alma a la carne”, explicó.

Dijo que llegaron de madrugada a un punto que casi hacía frontera con México, que allí los bajaron del vehículo y les dieron las instrucciones para que abordaron una guagua. “Nos tiraron como gallinita vieja”. En ese lugar vieron varias patrullas de la policía y se escondió tras los hierros de unos talleres y no la encontraron, pero a los otros cinco que iban con ella, les echaron mano. Cuenta que al arribar a México, la llevaron a un lugar donde había más de 100 personas de diversos países, pero los fueron trasladando de un lugar a otro, dentro de ese mismo país, en medio de una especie de operativos envueltos en una estela de miedo terror.

El viaje en un tráiler

Mónica narra que en México la subieron en un tráiler junto con un grupo que superaba las 300 personas y ahí fue que empezó la verdadera aventura. “A nosotros nunca nos dijeron que teníamos que viajar en tráiler. Estábamos en un lugar con los coyotes, esperando supuestamente unas guaguas. Tras un par de días de espera vimos ese furgón y lo parquearon frente a nosotros. Ahí había personas en sillas de rueda, con muletas, abuelos, mujeres embarazadas, paridas y más”, expresó.

Mónica contó que antes de abordar el tráiler les dieron una especie charla y entre las cosas que debía o no hacer era orinar antes de entrar, no tomar agua, apagar los celulares para evitar ser detectados y guardar silencio. “Cuando el tráiler llegó estaba medio de gente. Nos metieron en ese lugar oscuro y caliente. Colocaron a los hombres de pie al fondo del furgón y sin camisas y a las mujeres sentadas adelante y les dijeron que si preferían, podían quitarse las blusas y quedarse con los bra”, comentó.

Ahí comenzó un viaje de 17 horas a toda velocidad, a oscura, sin ventilación, metidos en esa caja que solo paraba en los chequeos. “Yo no sentía hambre ni calor, solo me consolaba que iba para los Estados Unidos y que estaba viva y bien”, dijo.

Cuenta que cuando el tráiler llegó a Monterrey, los bajaron en una construcción abandonada, pero como de la nada aparecieron cientos de taxis. Entonces cada uno tenía una clave a la cual debían estar atentos para cuando alguien la dijera y así abordar el taxi. “Mi clave era Oscar y ese era mi coyote. Me llevó para su casa junto a una mujer parida y nos compró comida”.

Dijo que ahí duró dos días, esperando que sus familiares le hicieran un depósito de otros 2 mil 500 dólares a su coyote para seguir el viaje. “Entonces me encaminó a otro punto y cerca de la ciudad Alemán en México allí me junté con unos dominicanos y caímos presos todos. Luego de ser liberados, nos agarró otro muchacho y nos condujo a otra zona cercana al río Bravo”, precisó.

Explicó que el río estaba bajito, pero la subieron a un pequeño bote que era guiado y empujado por dos niños.

Los agarró la migra

“A nosotros nos vendieron, y creo que fue porque dentro del grupo de los otros dominicanos había uno que era gordito y se quejaba mucho de que no quería seguir caminando, que iba a llamar al 9-1-1. También había un hondureño que empezó a llorar, porque el sol y el calor nos agobiaba”, comentó. Contó que del otro lado del río, o sea en Texas, los recogió otro coyote y los refugió por tres días en una casa y pasaron la noche caminando.

En ese punto del recorrido, llegaron a una casa habitada por un gringo y fue como ver agua en el desierto, porque allí pudieron cargar los celulares, les dieron comida, cigarrillos, jugos y agua.

Explicó que entonces se sintieron seguros y estaban haciendo cuento y celebrando de que lo habían logrado y entonces fue cuando se apareció una guagua de migración. “Ese señor nos envió con un mexicano a un rancho, pero creo que fue ese hombre el que nos delató, porque los agentes de migración llegaron poco después y abrieron el candado de la verja, pero el mexicano nos había dicho antes que ahí estábamos seguros, que migración no nos encontraría. De todos modos, nos agarró migración de los Estados Unidos.”, agregó. “Yo dije: tamo cogío. Nos pusieron esposas y uno de los muchachos manifestó: tanto nadar para morir en la orilla”. Explotamos de la risa entonces y nos metieron en una cárcel, pero primero nos quitaron todo lo que llevábamos encima y nos hicieron unos expedientes”, agregó.

Allí duró cuatro días sin comer y sin que sus familiares supieran de ella. Les daban pan con salchicha, pero ella no lo comía cuenta, y tampoco pudo bañarse en ese tiempo. De ahí la pasaron a otra cárcel.

“Luego vino un agente y dijo: Mujeres, relájense que vamos lejos. Vamos para San Antonio Texas y allí nos dieron ropa. Me dieron seis pantis de algodón, seis bra, seis blusitas, cepillo dental, pasta de dientes, cepillo para pelo y nos mandaron a bañar. Ah, nos dieron comida, nos hicieron análisis de laboratorio y nos dejaron llamar a nuestros familiares”, narró.

Nueva vida de Mónica

Mónica vive en Nueva York, donde hace trabajos domésticos, pero no es libre de forma total.
Migración le descargó una aplicación en su celular por la cual la monitorea y no puede cambiar de residencia sin su permiso.

Todos los lunes se comunican con ella y saben cuándo se mueve a otro Estado.

Ella espera que el Gobierno le otorgue la residencia legal para poder insertarse en un medio laboral más cómodo, pero mientras eso ocurre, le pide a Dios que ninguno de sus progenitores muera, porque echaría todo a perder.

“Si eso ocurre, yo tomo un vuelo a República Dominicana y ya perdería todo el derecho que he adquirido hasta el momento”, puntualizó.

La libertad

Tras la llamada a un familiar que se comprometió a llevarla para su casa, le dieron la libertad condicional y le permitieron que este le comprara un boleto de avión para llegar a Nueva York. “Mi travesía completa duró 40 días y 40 noches. En ese tiempo pasé hambre, duré 20 días presa, bajé de peso, caminé por zonas difíciles, sentí que moría o me mataban. Los coyotes maltratan, pero en mi caso nunca hicieron nada malo en mi contra”, manifestó.

Expresó que a lo largo del camino hay personas que si las viajeras les faltan el respeto y desobedecen sus órdenes, eso los enfada. “Hay zonas en las que no se puede tener celulares prendidos, pero los viajeros señalan que sus equipos son de ellos y que los usan cuando les dé la gana. Es que en esos puntos no se puede usar celulares para no ser detectados”, dijo.

Pesadillas y malas noches luego de la aventura

“Yo pensaba y decía, pero yo estaba como loca cuando decidí iniciar esta aventura. Es que yo vi y pasé por experiencias que solo Dios me puso calmar y sanar”, expresó.

Manifestó que luego de llegar a la casa donde la recibieron, no podía dormir, porque por su mente pasaban esos episodios que vivió en todo el viaje como una película, una y otra vez y se aterraba. Cuando lograba conciliar el sueño, tenía pesadillas que hacían de sus noches una tortura, pero poco a poco se fue sanando y a un año de haberse establecido en los Estados Unidos, se siente liberada. “A mí me pueden dar 10 millones de dólares y jamás volvería a embarcarme en una aventura como esa. No me arrepiento, pero no lo vuelvo a hacer”, aseguró.

Comentó que entre escuchar la historia y vivirla, hay un trecho tenebroso. “Yo recuerdo que hubo un momento en que una chica vomitó, y nadie hacia nada por ella y la pisoteaban. Si te caíste, nadie se conduele de ti y te pasa por encima y se van, porque cada uno lo que quiere es salvarse”, expresó.

 

Fuente Periodico el Caribe https://www.elcaribe.com.do/panorama/pais/monica-narra-viaje-hacia-los-estados-unidos-por-la-vuelta-por-mexico/?utm_medium=notifications&utm_source=webpush

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